jueves, 18 de noviembre de 2010

Cadáver indonesio

Un cadáver más, y van. La Cooperativa no cesa en su afán criminalístico.

Ahí va, nuestro último after-hour gastronómico (o la truculenta historia de un sujeto al que más vale no encontrarse en el rellano)


"Anoche, ya tarde, me sobresaltó un timbrazo. Abrí la puerta y allí estaba: el muñeco de mi vecino el ventrílocuo, en pijama.
Las pantuflas despedían un hedor insoportable, y supe que la vida de muñeco no era tan mala como la de concejal de ayuntamiento.
Así que me subí los pantalones y di gracias a Dios porque, ya que no sabía dónde me iba a despertar,era mejor hacerlo vestido, no fuera que alguna mente sensible se pudiera ofender. Entonces sin pensarlo decidí pasar a la acción.
Tampoco fue para tanto: al tercer intento se cansó. Dejó los zapatos de tacón bajo la cama y se quitó el traje de faralaes para volver a ser gris. Así que de nuevo todo el mundo empezó a mirarlo como si fuera un bicho raro.
Él volvió a pensar en una nueva estrategia: cambiar de amuleto. Lo tiró bien lejos.
Se levantó la mañana siguiente y se lo encontró atado al cuello. Se ahogó de tanto contar historias mágicas".

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